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Capitulo 7 - De disparos y corridas.

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Capitulo 7 –De disparos y corridas.

Finalmente llegamos a tierra. Yo estaba lista, pero sentí que a varios se les heló la sangre, y juraría que Ojos de café sonrío. Salimos de a uno por la puerta y cada uno recibió una escopeta, la cual me hizo despedirme de mis pensamientos y chocarme con la realidad: nos estaban esperando.
  Nos recibió la tropa propia de aquel planeta, ya que todos mantenían las mismas características. Eran seres altos y extraños. Llevaban unas armaduras con tonalidades grises y plateadas que les daban una apariencia robótica y avanzada, sin embargo, sus cabezas estaban expuestas, y mostraban unas orejas increíblemente largas y puntiagudas. Sus brazos, también visibles, mostraban en general una contextura delgada y carente de bello, la cual terminaba en unos puntiagudos dedos que parecían capaces de roer hasta la piel más dura. Por último cada ser tenía una extraña cola que se parecía a la de un escorpión. Esta estaba totalmente cubierta por la armadura, a excepción de la punta, y no dejaban de moverla.
   Lo admito, mi sangre quiso helarse, así que busqué posición.
  Casi todas las naves llegaron al mismo tiempo. De ellas, miles de soldados corrían a toda velocidad buscando un buen lugar para disparar o golpear, o hacer lo que sea.
  Me estaba encargando bastante bien de mis objetivos. Me hubiera gustado avanzar, pero el líder de nuestra tropa me  detuvo. No lo llegué a escuchar bien, pero masculló algo sobre “esperar al momento indicado”.
  Dudaba que ese momento existiera, porque todo era un caos. Sí, estaba acostumbrada a aquel escenario, porque una pelea organizada no tiene razón de ser, pero esta era diferente; el enemigo realmente tenía la posibilidad de vencernos, y Los más altos, con su ego, no lo vieron venir.
  De todos modos mi mente no tuvo demasiado espacio para los razonamientos, solo disparaba. De nuevo, me desconectaba con el mundo y fijaba objetivos. Funcionaba bastante bien hasta que algo extraño sucedió;  los objetivos se me acababan.
 Bajé mi arma y miré el lugar. Ellos retrocedían, pero no comprendía por qué, si hasta el momento nos estaban dando batalla, algo no encajaba.
  Miré a mi alrededor en busca de alguna pista o instrucción, y la recibí. Todos nos adelantamos hacia ellos, los perseguíamos. Yo me levanté lentamente pero no pude correr, sabía que algo no funcionaba en esa escena, y, lamentablemente, había acertado.
 Naves con el símbolo enemigo volaron sobre nosotros y comenzaron a tirar objetos que no conseguí reconocer. Me costó identificarlos, pero una vez que cayeron al suelo era imposible tener dudas: era gas venenoso.
 En ese momento supe que ellos no solo tenían un buen número de soldados y buena tecnología, sino que también poseían una táctica, seguramente querían liquidarnos rápido.
 Sin embargo, yo no sentí nada. Ni ardor, dolor, ni sufrimiento, nada. Corrí entre la neblina generada por el vapor escuchando a mis compañeros: estaban agonizando.
  Veía sus siluetas cayendo al piso. Sus ojos lloraban, no veían, estaban confundidos e indefensos. Algunos, incluso, habían enloquecido y disparaban al azar, ¿Por qué yo no sentía ese inmenso dolor? No era una queja, pero tampoco llegaba a ser un alivio, era más bien desconcertante.
 Corrí y corrí, pero comenzaba a cansarme, habían tirado varias de esas. Escuchar a los soldados cayendo me destruía. Varios se aguantaban el dolor y corrían, pero muy pocos conseguían mantenerse en pie. Solo teníamos una ventaja: A ninguno le afectaba demasiado el veneno, y ahí sí que sabía que no hablaba solo por mí. Nuestro sistema de vida en base al pack nos impedía aspirar aquella sustancia, y si bien notaba que a muchos les entraba por los ojos, no era cantidad suficiente para matarlos. SI jugábamos bien nuestras cartas, ellos nos darían por muertos y les daríamos una sorpresa.
  Frené en seco y esperé algo; lo que fuera. Tenía la esperanza de que algún teniente hubiera pensado igual que yo, pero solo veía irkens atontados por todas partes.
 No me convenía moverme. Busqué una roca y me oculté hasta que pasara el gas, creí que estaríamos seguros, pero me confundí. La toxica neblina apenas había empezado a disiparse cuando el enemigo regresó corriendo con mascaras de gas y armas. Disparaban sin piedad y muy pocos conseguían defenderse. Yo mataba a unos cuantos, pero no recibía mucho apoyo. Comencé a sudar frío y me centré tanto en mirar hacia adelante que me olvidé completamente de mirar hacia atrás. Estaba en mi zona, fijando objetivos, salvando vidas a costa de destruir otras, y entonces sentí un par de brazos que me tomaron de la cintura y me empujaron.
  Caí al piso rodando. Tan rápido como pude apoyé mi pie izquierdo sobre la tierra y apunte hacía el desconocido, aunque no conseguí pararme. Para mi sorpresa vi a Ojos de café disparándole a un atacante. Cuando se encargó de él me dedicó una sonrisa.
  Me sentí humillada. Olvidarme de cubrir mi espalda era un error increíblemente básico, y, sin embargo, eso casi me cuesta la vida. Me ofreció su mano para levantarme; no quise aceptarla, pero lo hice; ser amable era mi forma de decir “gracias”.
  Cuando recobré el equilibrio y mis ojos dejaron de buscar objetivos me fijé en  Ojos de café, que estaba más cerca de mí de lo que me hubiera gustado. Si bien las toxinas habían teñido al aire de verde oscuro, y ya de por sí los soles se estaban ocultando, conseguí notar lo hinchados que estaban sus ojos. Su marrón se había transformado en un intenso rojo y emanaba lágrimas. Noté su cara y el resto de cuerpo y sentí un escalofrío. Su pecho no dejaba de inflar y desinflarse y sus brazos tenían pequeños movimientos espasmódicos. No había duda que no la estaba pasando nada bien, y era más que probable que tuviera una jaqueca increíble.
  -Gracias. –me limité a decir.
 -No es nada, pero creo que deberías cuidarte más. Si tenemos unos ojos de semejante tamaño lo mejor es sacarles provecho.
 -Sí, claro  –Sonreí incomoda. Ojos de café me había salvado la vida, y sin embargo me sentía insultada-  Es que estaba en mi zona, ya sabes… fijando objetivos.
 -Claro.
Los disparos se oían a nuestro alrededor y,  combinados con los gritos de dolor de aquellos que esperaban su muerte, uno se daba cuenta de que no estaba en el lugar indicado para charlar.
 -¿Vida por truco?
 -¿Eh?
 -Estas disparando a diestra y siniestra, obviamente ni te has enterado de las toxinas.
 -Bueno, no, no las siento, pero no tengo ningún truco para darte.
 - ¡No seas egoísta! No es para mí, yo lo soporto, pero estamos perdiendo a muchos por esto. –Obviamente mentía, sus ojos lo estaban matando.
 -Ah, el chico fuerte. –No pude evitar el sarcasmo- Mira, no soy idiota. Si supiera porque mis ojos están bien, te lo diría, pero se tanto de esto como vos.
-Bueno, tal vez el hecho de que no sepas eso te hace un poquito estúpida.
-Suspiré- Lo discutimos más tarde, ¿Te parece?
Él asintió con la cabeza mientras recargaba mi escopeta. Comencé a correr para buscar una mejor posición y continué disparando.

La tortura duró como dos horas, pero finalmente el aire se limpió. Ya era de noche, así que recuperamos un poco de ventaja. Nuestros increíblemente sensibles ojos al menos mantenían un poco de utilidad en la oscuridad, mientras que el enemigo comenzó a perderse. Comencé a ver más disparos de irkens y eso me animó un poco. Si bien con la caída me había golpeado el tobillo y caminar me dolía no podía quejarme; al menos no estaba tirada en la tierra, y era una herida menor.
  Me animé entonces a salir y disparar en movimiento. La cantidad de soldados que nos quedaban era sorprendente; las bajas eran incontables.
  Vi a varios irkens haciendo señas con las manos; así nos indicaban la estrategia. Era el código 12, si mal no recordaba; alejar al enemigo para rescatar a los heridos.
  Eso era mucho más difícil de lo que sonaba, hacer que la otra tropa se moviera era todo un reto, así que optábamos por el plan b: algunos soldados protegían a los heridos hasta que llegaban los médicos mientras los otros luchaban.
 Yo siempre me quedaba con el segundo grupo, y ese día ni lo dudé. Ya había descuidado mi espalda una vez, no podía arriesgarme con otro irken.
Me acabo de dar cuenta que en mi documento de word puse dos capitulos 7.
Tengo que renumerar 42 capitulos.
Me cago en todo.
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